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Hacía tiempo, todo este largo
invierno, que no iba al monte.
Y este fin de semana, nos hemos ido al
Festival Internacional de Cuentos y Música Tradicional de la Antigua Ferrería de Ezcaray (2013). Y ha sido ¡fabuloso!
Empezamos el viernes, acercándonos por
la librería “El velo de Isis” (Plaza de la Verdura, Ezcaray) que
llevan Ibo y Nadia de una forma maravillosa, amigable y mágica como
los cuentos de la propia Nadia. Cuando atraviesas el umbral de la
puerta y te paras a echar un vistazo, parece que en cualquier momento
vas a ver volar mariposas multicolores mientras pasas las páginas de
los libros que allí tienen.
El sábado acudimos otra vez a la
librería para estar en la presentación del nuevo libro de Nadia;
“Dorothy”, con ilustraciones de Rebeca Jiménez y fue entonces
cuando se nos quedaron unos cuantos libros, enganchados a nuestros
pantalones y que nos hemos traído a casa para que no se pusieran
tristes.
Después del evento, hicimos un
recorrido por la pequeña feria etno-gastro-literaria que habían
preparado en la plaza, haciéndose los niños chapas para sus
camisetas, aunque la sensación, la verdadera sensación fue la mesa
donde había unas alas pintadas en tinta que mágicamente levantabas
el tablero que las enmarcaba y ¡tachan! se dibujaban en una camiseta
blanca...Los niños absortos no podían quitar los ojos de semejante
espectáculo.
Llegados a este punto y cuando el sol
comenzaba a calentar con gran fuerza, comenzamos la ruta del vermut
que nos llevo a diferentes bares de Ezcaray saboreando desde; patatas
fritas, huevos escalfados, croquetas, cazuela de champiñones y
demás.
A la tarde, reposamos en la Estación
con un merecido café entre manos y acudimos al Real Teatro
de Ezcaray para ver a Michelle Nygen y
su puesta en escena de “Vy” que produjo el sueño más profundo
en mi hija, cansada de no parar en todo el día y que, dormida encima
mio, hizo que el frío que se sentía en el teatro fuese inapreciable
para mí mientras me sumergía en la estupenda historia de Vy y su
triste vida.
A la mañana siguiente, acudimos
directamente a la Ferrería en Azarrulla y nos fuimos a meter los
pies al río Oja y a tirar piedras mientras el valle nos recibía
vestido de verde y amarillo con el azul cielo de fondo. Llegó la
hora de comer los estupendos caparrones que en la comida popular se
iban a servir con la música de fondo de Celtesía, mientras el árbol
donde nos refugiamos del ardiente sol nos aderezaba los citados
caparrones con sus pequeñas flores blancas. Después de la música
comenzaron los cuentos, las jotas y fue estupendo poder oír tanto
narrador junto, tanta originalidad y tanto “bien hacer” mientras
la tarde discurría como la sombra que se extendía en el prado que
ocupábamos.
Volví llena de monte; de verde, de
amarillo. De azul cielo. De mariposas que nos acompañaron en nuestro
paseo al río y llena de “tardanza”, estupendo cuento que pueda
no olvidar para contar a mi hija cuando vuelva el invierno.
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