A todos aquellos interesados en el embarazo, parto, puerperio, lactancia materna y crianza. Hago mia la frase de "abrázame y quiéreme cuando no me lo merezca, pues será cuando más lo necesite"



Se me agolpan las palabras en la cabeza y no sé como darles forma. Esto suele suceder cuando lo que quiere una decir lleva mucha carga emocional y no sabemos como canalizar esos sentimientos. Voy a tratar de intentarlo.

Lara lleva una temporada pidiéndome la mano para poder dormirse y yo se la doy. Estrecho su mano en mi mano y evoco recuerdos de niña mientras nos dormimos. Esos recuerdos me llevan a casa de mi abuela cuando mi madre me dejaba con ella para irse de viaje. Me llevan a recordar como dormíamos las dos en su antigua habitación y a pesar de dormir en camas separadas le pedía su mano para dormirme estrechándosela y mi abuela me la daba como yo se la doy a Lara.
Me sigo perdiendo en mis recuerdos de niña con ella; las tardes calurosas en Zaragoza con limonada mientras oíamos “Clásicos populares”. Abuela culta, con carácter (con mucho) pero tierna con sus nietos. Paseos por el parque de Zaragoza andando en bici alquilada mientras daba vueltas entorno a Neptuno y me daba la merienda al terminar cada vuelta o cuando íbamos a ver los peces de colores al estanque de una casa que tenía en su portal o a ver a la pobre osa que tenían encerrada en una jaula en el parque de detrás de casa.
Mi abuela panameña, con padre italiano y madre logroñesa, con un hermano muerto de niño y otro desaparecido en una guerra absurda como lo son todas las guerras. Viuda joven al cargo de dos mujeres y una adolescente. Madre que abrió su casa a todos; a mí la primera y a los que posteriormente vivían con ella. Y que sin embargo ha terminado sus días, casi un año, en una residencia de ancianos lejos de Zaragoza y lejos de mí. Víctima de sus circunstancias y de las de sus hijas.

Esto me lleva a pensar ¿que es lo que hacemos con los nuestros cuando estos envejecen? ¿porque los alejamos de nosotros como trastos viejos que ya no sirven y en los que no podemos emplear nuestro “importante” tiempo?
Si Carlos González habla de que las “guarderías” son al fin y al cabo “negocios” , con las residencias de ancianos pasa lo mismo. Como con los niños, no hay tiempo para nuestros mayores.
Esta sociedad loca nos lleva a delegar la crianza de los hijos cada vez a edades más en manos de otros y hacer entorno a ello un negocio a veces olvidando los derechos y las necesidades de los mismos y con los mayores hacemos igual.
El otro día leí un termino preciso, que describe muy bien una situación actual de nuestros abuelos, “abuelos golondrina” que se denominan aquellos abuelos a los que los hijos se los reparten cada mes en una casa para repartir la “carga”. Con el trastorno que ello supone para los mismos de cambio de rutinas, de horarios, de costumbres cada mes y encima convivir con el yerno o la nuera que no les cae bien, que siempre hay. Otra opción es la residencia de ancianos cuyos directivos al cargo de la misma lo venden como trato personal y especializado junto con todo el cariño del mundo que les profesan a los ancianos. Déjenme que dude de ello tras mi experiencia vivida.
Personalmente pienso que la opción mejor es la de no sacarles de su casa y que los hijos sean los que se trasladen una vez al mes a casa del padre o de la madre para cuidarles. Y pienso así porque empatizo con la situación y a mí sería lo que me gustaría, poder estar en mi casa hasta el final.

Esta opción descrita la tengo muy cerca pues en otra época, en otro tiempo, la madre de unos queridos amigos así hacia. Dejaba una vez al mes su casa, su marido, sus hijos para ir a cuidar a su madre. Su madre falleció en su casa rodeada de los suyos, velada por la noche por todos y conducida a la iglesia para su entierro y funeral. Y en la misma habitación en que su cuerpo fue velado, todavía con olor a la muerte que había estado presente, cenamos todos los presentes al final del día pues la vida continua, como la cosa más normal del mundo.

Eros y Tánatos, el impulso de la vida y de la muerte.
Tendríamos que aprender a normalizar la muerte, a morir en casa rodeados de los nuestros. De todo el amor que ese momento lleva consigo de la misma forma que deberíamos, en condiciones normales, parir en casa. Recibir al nuevo ser con el amor y el respeto que se merece.

Y me vuelvo a perder entre mis recuerdos...
Miro la luna que estaba llena la noche que mi abuela se fue y suspiro pensando que al final de todo ella hace tiempo que se quería marchar con los suyos. Vuelvo agarrar la mano de mi hija recordando las noches de cariño en ese pequeño gesto de mi abuela. Y mi alma echa de menos esos momentos y a tí , abuela...

Descansa en paz abuela.
Para tí, estes donde estés; Matt Monro
Tu nieta que te quiere y no te olvida.

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