El amor, ya se sabe, es pura química. O pura biología. Los neurobiólogos conocen ya varios ingredientes, como la hormona oxitocina y los opiáceos, que intervienen en lo que ellos llaman apego, y saben en qué áreas cerebrales actúan. Por ejemplo en los circuitos de recompensa, que nos hacen querer más de lo que nos da placer. La cosa es simple hasta el punto de que sin estas hormonas no hay amor. Ni amor materno, ni de pareja. El cóctel químico cambia más o menos en cada caso, pero siempre está ahí. La conducta humana, incluso en rasgos tan personales como la generosidad, la confianza o la capacidad de amar, depende de unas cuantas moléculas. Reportaje de El Pais
Me quedo con la frase de Gema Magdaleno, matrona del hospital La Paz en Madrid ; "lo raro es que a estas alturas haya que explicar algo obvio"; los bebes están mucho más relajados, calientes, tranquilos, satisfechos, si están con su madre nada más nacer y ellas igual, que sino lo están...
¿Alguién necesita más argumentos científicos?
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