Todo llega... Esto lo dice mucho Carlos González, quizá con otras palabras pero con el mismo sentido. Y lleva razón.
He sido una madre "colechadora" desde la misma noche que nació mi hija hace dos años y dos meses, y hace dos días ella sola, sin llantos, sin traumas, sin ansiedad, sin miedos, decidió irse a dormir sola. Se bajo de nuestra cama "sidecar", se quedo de pie... ¡¡no había forma de subirla!!. Se volvía a bajar. Así que de repente se me encendió la bombilla y dije: "esta quiere dormir sola...".
Fuimos a su habitación, sacamos la cama, se subió en ella, nos dimos media vuelta y nos fuimos.
La oímos dar vueltas en la cama como una peonza, mientras los dos estábamos tumbados mirando al techo intentando asimilar lo que estaba ocurriendo, no pudiéndonoslo creer.
Hemos sido unos padres, como muchos, que nos hemos levantado en una noche 10 y 12 veces para calmar y consolar a nuestra hija, dándole teta, brazos y mimos. Y muchas de ellas, por que no confesarlo, desesperados (más yo que su padre) porque nos veíamos el futuro muy negro. La niña toda la noche colgada de la teta, de los brazos, parecía que no iba a dormirse nunca sola. Todo el mundo nos decía: " no os la vais a poder sacar de encima, que vicio... es tiempo de que duerma sola".
Y de repente, una noche, es ella quién toma la decisión. Como un proceso más que sigue su curso, como algo que evoluciona... Se está haciendo mayor. Un proceso que yo tengo que interiorizar y respetar pues me encantaba dormir con ella, sentir su olor, oír su respiración, sentir su calor. Creo que no hay nada más dulce en este mundo que el dormir de un niño.
Y esto, que es el proceso de mi hija, no supone que en todos los niños sea igual. Cada niño seguirá su propia evolución, pero viene a demostrar lo necesario, lo primordial que es respetar sus tiempos y sus evoluciones. Que el "dormir" es un proceso que no necesita NUNCA un adiestramiento.
Solo es cuestión de esperar, de tener paciencia, de saber y conocer como es nuestro hijo y lo que necesita.
Que esto esta en contra de los tiempos de prisas, de agobios, de esta sociedad: sí. Pero nosotros somos los adultos y somos los responsables de cambiar esos tiempos. Pues el problema no son los niños, que desde siempre son eso: niños. Sino que el problema es la sociedad que estamos construyendo que nos hace aplicar métodos de adiestramiento porque necesitamos dormir para rendir en el trabajo.
Dejar llorar nunca es la solución, podemos y tenemos el deber social de cambiar nuestra forma de vivir nuestros partos, nuestra crianza intuitiva y con ello cambiaremos el mundo.
Dedicado a Ramón que creyó muchas más veces que yo en la fugacidad de las estrellas. :)))
He sido una madre "colechadora" desde la misma noche que nació mi hija hace dos años y dos meses, y hace dos días ella sola, sin llantos, sin traumas, sin ansiedad, sin miedos, decidió irse a dormir sola. Se bajo de nuestra cama "sidecar", se quedo de pie... ¡¡no había forma de subirla!!. Se volvía a bajar. Así que de repente se me encendió la bombilla y dije: "esta quiere dormir sola...".
Fuimos a su habitación, sacamos la cama, se subió en ella, nos dimos media vuelta y nos fuimos.
La oímos dar vueltas en la cama como una peonza, mientras los dos estábamos tumbados mirando al techo intentando asimilar lo que estaba ocurriendo, no pudiéndonoslo creer.
Hemos sido unos padres, como muchos, que nos hemos levantado en una noche 10 y 12 veces para calmar y consolar a nuestra hija, dándole teta, brazos y mimos. Y muchas de ellas, por que no confesarlo, desesperados (más yo que su padre) porque nos veíamos el futuro muy negro. La niña toda la noche colgada de la teta, de los brazos, parecía que no iba a dormirse nunca sola. Todo el mundo nos decía: " no os la vais a poder sacar de encima, que vicio... es tiempo de que duerma sola".
Y de repente, una noche, es ella quién toma la decisión. Como un proceso más que sigue su curso, como algo que evoluciona... Se está haciendo mayor. Un proceso que yo tengo que interiorizar y respetar pues me encantaba dormir con ella, sentir su olor, oír su respiración, sentir su calor. Creo que no hay nada más dulce en este mundo que el dormir de un niño.
Y esto, que es el proceso de mi hija, no supone que en todos los niños sea igual. Cada niño seguirá su propia evolución, pero viene a demostrar lo necesario, lo primordial que es respetar sus tiempos y sus evoluciones. Que el "dormir" es un proceso que no necesita NUNCA un adiestramiento.
Solo es cuestión de esperar, de tener paciencia, de saber y conocer como es nuestro hijo y lo que necesita.
Que esto esta en contra de los tiempos de prisas, de agobios, de esta sociedad: sí. Pero nosotros somos los adultos y somos los responsables de cambiar esos tiempos. Pues el problema no son los niños, que desde siempre son eso: niños. Sino que el problema es la sociedad que estamos construyendo que nos hace aplicar métodos de adiestramiento porque necesitamos dormir para rendir en el trabajo.
Dejar llorar nunca es la solución, podemos y tenemos el deber social de cambiar nuestra forma de vivir nuestros partos, nuestra crianza intuitiva y con ello cambiaremos el mundo.
Dedicado a Ramón que creyó muchas más veces que yo en la fugacidad de las estrellas. :)))